22.7.07

FALLECE POLANCO




Es cierto que ante la muerte de quién sea, uno tiene respeto al hecho que a todos nos espera. Pero la transcendencia del acontecimiento, no es disculpa para dejar de criticar los actos que uno haya cometido, pues es costumbre actualmente difundida, extender una indulgencia civil plenaria al fallecido. Baste recordar en una de sus últimas actuaciones, como dramatizó en contra de un Partido Popular guerracivilista, según él. Además aprovechó para liquidar a Hermann Tersch, entre el alborozo de enfervorizados accionistas, que aplaudieron la medida con el mismo éxtasis revolucionario con que las mujeres parisinas, festejaban la caida de la guillotina.

A veces se ha llevado al extremo de satanizar al Grupo Prisa, singularizándolo en su máximo preboste, Jesús Polanco. Cosas habrá que merezca la pena de un gran grupo empresarial. Que haya una gran multinacional de telefonía o de hidrocarburos de origen español, nos parece bueno. Que haya un gran grupo multimedia español, genera ampollas y discusiones intestinas. Sin duda los días previos a las últimas elecciones, supusieron un punto de no retorno, respecto a la opinión que muchos españoles tenían de estos medios.

Para mí, el milmillonario Polanco, representaba lo que no me gustaría que fuese el quinto poder. Una especie de Randolph Hearst, en versión española, que ponía a los pies de los caballos a cualquiera que fuera contra él. No sólo desde el filo de las plumas en sus medios, si no desde otros atajos que han servido para decapitar sus enemigos. Recuerdo ahora donde acabó Gómez de Liaño, gracias entre otros a Bacigalupo, por tratar de iniciar un proceso contra él. O donde acabó Borrell, por obra y gracia de El País, para luego desde la Presidencia del Europarlamento, seguir escribiendo para Cinco Días.

Superviviente en todos los regímenes y en todas las administraciones, inició su fortuna durante el franquismo. Durante el gobierno de Felipe González, se le posibilitó la compra de la cadena SER, a un precio ridículo, para luego absorber a su competidora, Antena 3. Supo mantener el fraternal oportunismo y el punto de congelación al invierno mediático, evitando, que durante el Gobierno de Aznar, se actuara contra Sogecable, se permitiera el antenicidio o se diera vía libre a la fusión digital.

No era Polanco el culpable de muchas de estas cosas, si no el beneficiario, de unas leyes que han permitido la concentración de medios de comunicación hasta una situación de oligopolio, donde unas cabeceras hacen temblar a partidos políticos. Si la división de poderes es un bien necesario para evitar la concentración de poder, el cuarto poder, no es ajeno a estás situaciones. Unas leyes antimonopolio fuertes y que no sean maleables por el gobierno de turno, son necesarios para mantener una pluralidad informativa. El PP quizás tenga la oportunidad de acabar con el invierno mediático si ganase, pero espero no caiga en la tentación, de crear un grupo PRISA de derechas. No se anula una amenaza a la libertad, creando otra.