Estar de Rodríguez, como en las películas setenteras de principio de nuestra democracia, está bien para echar una cana al aire un fin de semana. Pero cuando uno lleva así dos años, se empieza a echar de menos el orden al que uno estaba acostumbrado. Y es que la sonrisa presidencial puede quedar bien en las fotos, pero no resuelve problemas.
Llegados al ecuador de la legislatura, no se puede decir que el número de leyes haya sido muy profusa, pero bastantes de ellas han supuesto una fractura social grave con un sector amplísimo de la población, que ha producido su movilización cívica en diversas manifestaciones. Excluido de esta falta de consenso, están los nacionalismos, a los que el Presidente - a pesar de que su patria es el mundo - tiene un especial respeto.
La familia, ha sido atacada por una ley que promueve la ampliación del matrimonio a parejas homosexuales en toda su extensión, incluyendo el derecho de adopción. La ley de Educación, no tiene en cuenta la libre decisión de los padres de elección de centro educativo y se quiere implantar el adoctrinamiento de niños desde los tres años. Estos temas han provocado también tensiones con la Iglesia Católica, algo más parecido a épocas pasadas y que la diplomacia peregrina de Moratinos y De La Vega, no han conseguido arreglar.
El Plan Hidrológico Nacional fue parado y el agua del Ebro sigue perdiéndose en el Mediterraneo, en lugar de beneficiar a las regiones que la necesitan, primando el concepto de insolidaridad territorial que tanto gusta a este gobierno. La regulación indiscriminada de inmigrantes, ha provocado el efecto llamada desde fuera, así como de las bolsas de inmigrantes ilegales de otros países de la Unión Europea. No contentos con esto, Caldera propone un sueldo para los inmigrantes.
En nuestras relaciones internacionales, se ha demostrado el arte de hacer amigos: retirada sorpresiva de Irak, promoción del eje andinocaribeño en lugar del atlántico, buscando una foto con Bush que no llega y yendo a un corazón de Europa que, cuando llegamos, no nos quieren tanto como parecía. Cataluña, es ahora una nación con un pingüe blindaje económico y los demás no sabemos si seremos una confederación o algo parecido. Al final del camino, como Moisés en el éxodo a la tierra prometida, Zetapé ve el final de ETA y aunque se niege, según encuestas recientes, un 60% de los españoles piensan que está negociando con la banda terrorista.
Como colofón, a día de hoy seguimos esperando que se aclare la autoría del 11-M, prólogo de esta legislatura, a lo que se niega este gobierno a cooperar. La comisión de investigación parlamentaria, parece tener infalibilidad y las evidencias presentadas por el periodismo de investigación, son denigradas por el gobierno y medios de comunicación afines.
Es fundamental que los dos partidos políticos que representan a la gran mayoría sociológica de este país, lleguen a consensos en temas fundamentales, pero con el actual inquilino de la Moncloa la labor es más que difícil. Dos años más de Rodríguez y esta falta de higiene, nos va seguir complicando cada vez más la convivencia entre los españoles. De seguir así, parafraseando a Alfonso Guerra, a España la van a dejar, que no la va a reconocer ni la progenitora B que la parió.
14.3.06
DOS AÑOS DE RODRÍGUEZ
Escrito por Burke a las 7:12 p. m.
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