En esta semana, durante la campaña para la votación del estatut en Cataluña, hemos visto una agresión a Arcadi Espada y una cacerolada a Mariano Rajoy en versión agit-prop de la izquierda catalana. Negar la palabra a los que no defienden un discurso nacionalista, es una actitud propia del fascismo. Se elimina el debate, estigmatizando a aquellos que piensan distinto. El PSC, como franquicia nacionalista del PSOE, no parece entrar dentro de esta categoría de perseguidos, sino más bien de perseguidores, a tenor de sus lemas electorales. Si no que se lo digan a su Presidente Maragall, que en una de sus perlas, ha dicho que ser catalán de pedigrí, es un requisito necesario para ser President.
En los discursos de PP y Ciutadans de Catalunya, se trata de coaccionar no sólo a los conferenciantes, sino a los asistentes, cuando una piara de maulets contraprograman con monótonos coros,al grito de "feixista". En este febril mantra que poco tiene de espiritual, estos chamanes tribales, buscan convencer al resto de la tribu, con razonamientos poco cartesianos.
Es la "carrer" borroka catalana. Los chicos de la gasolina en versión light. Lo peor en una sociedad, es que estos comportamientos antidemocráticos, se acepten como un elemento natural dentro del paisaje político catalán. Espero que el seny de los catalanes, sepa parar esto. Para empezar, estaría bien que el gobierno autonómico, no mande con posterioridad a los hechos, a los mossos de esquadra como si fueran miembros del CSI, que poco pueden hacer ya, para parar un delito consumado. Que sea más bien la policía autonómica que de protección a todos, incluso a los que cometen el pecado, de no ser nacionalistas.
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