"La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos."
Cicerón (106 AC-43 AC) Escritor, orador y político romano.
Recientemente las cámaras parlamentarias han obtenido un gran consenso para subirse las pensiones exponencialmente. El consenso, implica sacrificios en el ideario político particular, aunque esta excepción, confirma la regla. Y todos tan contentos. El consenso, es como ese amor de juventud, que se nos perdió en el añorado espíritu de la transición y echamos de menos en cada renovada legislatura.
Sin embargo, en España, no hace falta irse al principio de nuestra democracia para recuperarlo, ya que hace nueve años si lo hubo. Sin partidismos, los ciudadanos se juntaron para exigir la liberación de Miguel Ángel. Las herrikotabernas se cerraban y el entorno etarra se mostraba huidizo, algo que contrasta con el gesto altivo de sus asesinos, recientemente juzgados. Un joven concejal de un pequeño municipio, era secuestrado, maniatado, herido de muerte y abandonado desangrándose. Dos días de angustia colectiva, que paralizaron a un país y una ejecución que produjo la comunión de todos, en la que sólo se situaban al márgen los asesinos.
Paradójicamente, nunca un "político" unió tanto a España. Nunca una muerte dio tanta vida a una sociedad silente. Que lejos estamos, de esa unión sin fisuras de los demócratas, frente al terror. Que sórdido se hace el olvido de nuestra memoria cercana, cuando se exhuman cadáveres de hace ochenta años, pero se olvida a nuestros muertos conemporáneos. En el aniversario de su muerte, en diversas ciudades de España, hemos rememorado ese espíritu tomando la calle. Faltaban más manifestantes, pero los que estábamos allí, no hemos cambiado.
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