Islam y democracia son conceptos que por mucho que se les de la vuelta, no casan. Entre todos los países de mayoría musulmana, se suele poner como ejemplo de coexistencia a Turquía, coautora junto a nuestro gobierno, de esa innovación diplomática llamada, Alianza de Civilizaciones. La excepción de la regla, es una democracia vigilada, donde el ejercito se ha erigido en custodio del sistema laico, desde la época de Kemal Ataturk. El no a la Constitución Europea, tuvo como uno de los grandes caballos de batalla, la incorporación de este país a la Unión Europea. Caballo, que para muchos es de Troya, en una Europa que entre sus señas de identidad, esta la de la religión cristiana, taimadamente omitida en la Carta Magna europea.
No sólo a escala internacional, sino doméstica, surgen también los problemas. Las grandes migraciones han conformado sociedades con importantes minorías, entre ellas de países islámicos. Es lógico, que el anfitrión imponga las reglas y el invitado las acepte. Pero se pretende cambiar esta postura, desde la perversión de las libertades que da nuestro sistema. A ello le sumamos el sentimiento de culpabilidad de una parte de Occidente, que va desde el colonialismo como causa de las desgracias de estos países, aderezado por un multiculturalismo progre, que nos lleva, en no pocas veces, a un relativismo ético.
Son muchas las veces que se nos alecciona pedagógicamente, diciendo que nada tiene que ver el terrorismo islamista con la verdadera religión y se reprende a los que confunden a uno con otro. Sin embargo, sería de agradecer que con igual intensidad, se preocupasen de transmitir a este radicalismo, que son manzanas podridas que sobran del cesto. Ojala, que tal y como pide la valiente Ayaan Irsi Ali, surja una ilustración para el Islam, pero hasta entonces, que no nos responsabilicen de sus propias incongruencias.
24.11.06
ISLAM Y DEMOCRACIA
Escrito por Burke a las 1:43 a. m.
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